Una verdadera enseñanza debe partir de los ejemplos que el niño conoce a través de su
experiencia para mostrarle que lo que él le “parece” lo ha vivido son también problemas. Nuestra
enseñanza prescinde de saber y la experiencia del niño y le ofrece resultados finales del
conocimiento, que no son más que verdades dogmáticas, carentes de vida e interés. Lo que el
estudiante ha vivido, la manera como ve las cosas espontáneamente, lo que él piensa, todo ello
no cuenta. En cambio se le imponen resultados que supuestamente refutan su propia vivencia y
que deben ser considerados como la verdad por el alumno.
“Estanislao Zuleta”
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